Te cuento que me mudé a Londres y empecé una maestría en Innovación y Políticas Públicas -te imaginarás cómo me absorbió la vida-, que dirige una de las personas que más admiro: Mariana Mazzucato. Mariana es una de las economistas más influyentes del mundo (acaba de volver de gira por América Latina, en la que se encontró con Petro y Alberto Fernández y Boric) y tiene una mirada muy crítica sobre cómo venimos pensando el Estado. Por eso hoy te quiero contar algunas de sus ideas más controversiales y que hablemos un poco del Estado Emprendedor (o cosas que estaría bueno que pasen en el Estado).
Stiglitz, Alberto y Mazzucato, hace unas semanas
Un Estado que se equivoque
Imaginate que el Estado de un país en desarrollo -pongámosle Argentina- quiera desarrollar una nueva tecnología (energía más limpia, movilidad más sustentable o una nueva vacuna). Imaginate que logra juntar millones de dólares, contrata a les mejores técnicos y científicas, invierte mucha plata durante muchos años y se toman tan malas decisiones que el proyecto se vuelve inviable, no tiene ningún resultado para mostrar y no se llega a desarrollar ningún producto viable. Algo así le pasó a Perón, que armó un proyecto delirante para producir fisión nuclear en una isla en Bariloche y salió pésimo.
Imaginate el escándalo. Imaginate el costo político de hacer algo así. ¿Te lo imaginaste? Los partidos políticos también. Y por eso “no salgas en el diario” es el mandato principal de cualquier presidente a sus ministros, de estos a sus secretarios y así para abajo.
El problema con esto es que tenemos un Estado conservador, instituciones poco proclives a la innovación y funcionarias y funcionarios públicos con pánico de provocar escándalos. Mazzucato dice que tenemos que cambiar esta mentalidad. La única forma de innovar es aceptando el fracaso como parte de los procesos de desarrollo. Por cada proyecto exitoso, siempre va a haber 6 o 7 que fracasen (y por eso los Estados no tienen que invertir en proyectos: tienen que invertir en carteras de proyectos y diversificar los riesgos).
Cómo imaginamos al sector privado vs al sector público, según Mariana Mazzucato (la imagen la mostró en una de sus clases)
Así que la próxima vez que te bajes la app que acaba de lanzar tu municipio y te parezca pésima no seas tan duro con tu intendente o intendenta, por lo menos están intentando. Las empresas privadas sacan apps de mierda al mercado todo el tiempo y nadie se escandaliza tanto.
Un Estado que cree mercados
Salvo que seas un libertario anarcocapitalista recalcitrante (en cuyo caso dudo que estés leyendo esto), la mayoría de las personas estamos de acuerdo en que el mercado no es capaz de resolver absolutamente todos los problemas de la sociedad. Por eso, en sociedades capitalistas, es necesario que exista el Estado. Si sos más liberal, probablemente prefieras mantener el Estado al mínimo: impedir monopolios y posiciones dominantes, garantizar la propiedad privada, regular ciertos aspectos de la vida en común y garantizar condiciones de subsistencia para aquellos que no pueden valerse por sí mismos en el mercado (niñes, personas mayores, etc.). Si tenés una mirada más socialdemócrata/progre quizás quieras un Estado más activo: protección social amplia, más intervención en la economía para corregir “distorciones” de mercado y un Estado que “coordine” la economía (esta es una idea muy keynesiana): precios y salarios, el valor de la moneda, etc.
Para Mazzucato, esta discusión sobre qué tanto el Estado tiene que “corregir el mercado” (market-fixing) es problemática. En cambio, nos propone pensar el Estado como “formador de mercados” (market shaping). Esta definición se vuelve súmamente importante si pensamos en los desafíos que tenemos de cara al siglo XXI, como reducir la desigualdad o hacer una transición energética para la cual todavía ni siquiera tenemos la tecnología suficiente. En otras palabras, es reconocer que el desarrollo económico no sólo tiene un grado (mucho-poco) si no también una dirección, y el Estado tiene que darle forma a ese desarrollo.
Y lo puede hacer mediante la colaboración e inversión en el sector privado, su poder de compra (imaginate si todos los proveedores del Estado estuvieran obligados a mejorar sus políticas internas de sustentabilidad), el diseño de su política industrial, la política fiscal y un montón de instrumentos que tiene el Estado para definir hacia dónde (y no sólo qué tan rápido) va la economía.
¿Is this comunismo?
Uno de los libros más famosos de Mazzucato (El Estado Emprendedor) cuenta la historia de un país que se puso una misión (llegar a la luna), asumió un montón de riesgos, gastó un montón de plata, cometió un montón de errores en el medio y creó un montón de tecnologías espaciales que después nos cambiaron la vida a todes (como el gps o internet). Podría haber sido la URSS, pero todo esto pasó en Estados Unidos. Una de las principales definiciones de Mazzucato es que el camino al desarrollo y la innovación en la principal potencia del mundo siempre estuvo traccionado por el Estado. Fun fact: ¿sabías que casi todas las tecnologías que hay en un Iphone fueron desarrolladas con fondos del Estado? Lo cuenta Mariana en esta charla TED. y ¿sabías que el gobierno de Estados Unidos fue uno de los primeros inversores de Tesla? Sin Estado no había Steve Jobs ni Elon Musk.
Tecnologías que hicieron al Iphone “smart”. Fuente: Mazzucato (2013), p. 109, Fig. 13
Por eso, Mariana insiste en que tenemos que definir misiones para los Estados para orientar el desarrollo de la sociedad en la dirección que queremos. Los Objetivos para el Desarrollo Sostenible son un paso interesante en esa dirección. Pero así como llegar a la luna era una misión clara, ambiciosa y dirigida por el Estado, tenemos que pensar misiones ambiciosas para orientar en desarrollo durante las próximas décadas, y que eso traccione la emergencia y difusión de nuevas tecnologías, así como la forma en que se organice el mercado. Argentina tomó muchas de estas ideas y lenguaje para las Misiones Productivas 2030.
¿Qué hay de nuevo viejo?
Estas ideas, así presentadas, no parecen tan nuevas. Muchas y muchos economistas hablaron antes de la innovación y el rol del Estado. El trabajo de Mazzucato recupera muchos de estos autores (como Schumpeter o Keynes), e intenta crear un nuevo marco conceptual (¡y narrativo!) para pensar la economía global en el siglo XXI. Sobre todo, sus críticas están dirigidas a la economía y los consensos neoclásicos.
Pero además, reivindica el rol del sector privado y los ecosistemas de innovación liderados por start-ups, y propone una mayor articulación con las políticas públicas. También está pensando en la innovación en todas las dimensiones de la política pública, incluyendo la transformación digital de los gobiernos, el diseño de servicios públicos amigables a las personas y con altos estándares de calidad y eficiencia y en la necesidad de una mayor articulación global para pensar un desarrollo económicamente más inclusivo y ambientalmente más sostenible. El paradigma del Estado Emprendedor, las Misiones, la creación de mercados o pensar nuevas definiciones de “valor” son un conjunto de herramientas conceptuales para pensar la construcción de Estados fortalecidos y más innovadores de cara al desarrollo económico.
Esto fue todo (por hoy) sobre el Estado. Si conocés a alguien que le pueda interesar este newsletter se lo podés reenviar y me das una mano con la difusión. Y si llegaste hasta acá porque te lo reenviaron, te podés suscribir acá. También me sirve un montón si querés contarme de qué otros temas te gustaría leer en este espacio. ¡Nos leemos en unas semanas!
Manu