La crisis económica que experimentan todos los países, como consecuencia de la caída de la actividad productiva, puso en boga un concepto: el Ingreso Básico Universal.
La pandemia de coronavirus puso al rol del Estado en un lugar central. Rodeado de mitos, el Ingreso Básico Universal viene a garantizar condiciones mínimas para salir de la pobreza. ¿Cómo? En este artículo te explicamos de qué se trata.
Como dijimos, el Ingreso Básico Universal (IBU) propone que los Estados garanticen a sus ciudadanos un ingreso mínimo sin condiciones que les permita salir de la pobreza. En otras palabras, permitiría por primera vez en la Historia elegir si se quiere trabajar, o no, para garantizar la subsistencia material.
Alrededor del IBU hay decenas de prejuicios y mitos. Quizás el más preponderante es el que lo vincula con ideas de izquierda. Sin embargo, algunos de los que vienen impulsando el debate para su implementación son multimillonarios de entornos tecnológicos. El CEO de Twitter, por ejemplo, va a donar 3 millones de dólares a una prueba piloto en 14 ciudades de EE.UU., mientras que Mark Zuckerberg dijo que también banca la parada.
Otras personas que se posicionaron a favor del IBU son el Papa, el Foro Económico Mundial, y la CEPAL. En Argentina, además, Alberto Fernández dijo varias veces que el gobierno está evaluando la idea.
Por qué implementar el Ingreso Básico Universal
Ocurre que los magnates de la tecnología ven que los procesos de automatización del empleo amenazan con desempleos masivos. Así, el IBU aparece como una posible solución. Por eso, si bien el debate ya venía ganando fuerza en los últimos años, la pandemia aceleró la discusión.
Desde marzo de 2020 a esta parte, millones de personas quedaron desempleadas y los gobiernos tuvieron que asistir a su población. Ahora, algunos proponen volver estas “ayudas transitorias” un derecho permanente. España, por ejemplo, acaba de implementar un ingreso mínimo vital que espera sacar de la pobreza a 1,6 millones de personas. No es un IBU, pero los pone un paso más cerca.
¿Esto significa que nadie va a laburar más?
Una de las preguntas que abre esta política es si quien reciba el IBU va a continuar buscando empleo o, como cantaba Yerba Brava, va a volverse un vago atorrante que siempre odió el trabajo. La verdad, el impacto real de una política así es imposible de predecir. Pero, por suerte, las experiencias aisladas que ya existen nos permiten observar algunas tendencias.
Por ejemplo, un piloto del IBU que se hizo en Canadá en los 70’ mostró que sólo el 1% de la población dejaba de trabajar, casi siempre para cuidar a sus hijes. Algunos (el 10%) redujeron sus horas de empleo, en muchos casos para volver a estudiar.
Algo parecido pasó en Argentina, cuando se implementó la Asignación Universal por Hijo. Muchos vaticinaron que iba a desalentar la búsqueda de empleo, pero unos años después las investigaciones empezaron a mostrar que esto no sucedía.
La implementación del Ingreso Básico Universal (IBU): qué pasa con la “cultura del trabajo”
Recientemente, un experimento en Kenia financiado, entre otros, por Facebook y Google le dió plata gratis a 20.000 personas. La inmensa mayoría de los receptores usó el dinero para trabajar más y generar más ingresos. Además, hubo otras mejoras asociadas: se vio un aumento de la escolarización, una reducción en la violencia doméstica y un incremento en negocios liderados por mujeres.
Más allá de la implementación de experiencias similares, lo cierto es que, al momento, ningún IBU fue implementado como tal. Es decir, un ingreso sin condiciones, que efectivamente permita salir de la pobreza y que se entregue a todas y todos los ciudadanos todavía no está siendo implementado en ningún país. Sin embargo, hay un futuro posible para el IBU: la discusión está tomando fuerza. Mientras tanto, como decía Martin Luther King: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”